Era una tranquila tarde de sábado mientras pasaba por un
parque cercano a mi hogar, inesperadamente ¡un balón salvaje aparece! Prestando
atención en dirección a la cancha, puedo escuchar las palabras más ofensivas
que un niño de unos 12 – 14 años me ha dirigido en mi vida:
“Señor, ¿me pasa la pelota?”
¿¡Pero cómo!?
Carajito de mierda, mocoso, sabandija pútrida, miserable
escoria de la sociedad, mal nacido, imbécil, renacuajo, cáncer de la humanidad,
cerdo, cretino, idiota, tarupido, huevón, leproso, gonorreico HIJO
DE PUTA………
Teniendo 19 años y con una cara que no aparenta vejez en lo
absoluto, ¡¿cómo es posible que se refiera a mí como “señor”!?
La juventud de hoy en día esta corrompida, ¡pero que ganas
de joder…!
Acto seguido tomo el balón y empiezo a jugar con el dándole unos
rebote con la pierna y el pie, mientras el niño sonriente y contento por haber satisfecho
su corazón troll cree que le voy a pasar el balón amablemente mientras consumo
mi derrota como todo boludo owneado ¡Pero NO! Recargo mis energías en mi pierna
derecha y como si de un cañón se tratara disparo una puntada más poderosa que
cualquier tiro del tigre que Steve Hyuga pudo haber hecho en toda su carrera
ficticia de futbolista y disparo el pedazo de cuero hasta el techo de la casa
de al lado.
Para cerrar con broche de oro, mientras el niño esparce odio
a diestra y siniestra con vulgaridad tras vulgaridad, saco mi mano de mi
bolsillo y le doy mi despedida triunfal:
Ve por ella marico
Fueron mis últimas palabras, mientras
el chiquillo con una cara más arrugada que una pasa camina hacia la casa en
donde lance el balón.
Me siento bien conmigo mismo, he podido aportar
satisfactoriamente a la buena educación de la niñez del futuro :)
Lo que se demuestra que el educado y respetuoso de los dos era el niño. Ante tanto sufrimiento yo que tu me cortaria las venas.
ResponderEliminarY yo que tu me leo un libro sobre sarcasmo y humor negro...
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